miércoles, 5 de agosto de 2009

DEVOCIONAL Dia 31

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Efesios 6:11 (RV)

Si tengo a Dios en mi vida, ¿por qué necesito protección?
Una de las realidad infortunadas acerca de ser cristiano es que vivimos en territorio enemigo. Vivimos en un mundo saturado por la influencia de un ser malvado, el diablo. Él no descansa de sus ataques. El conoce las debilidades del pueblo de Dios que vive en su reino. El diablo sabe que somos una amenaza, así que sin descanso tratará de neutralizarnos.
El diablo no es como nos lo muestran las caricaturas, estoy seguro que ni siquiera tiene cola ni tenedor! La Biblia es muy clara cuando nos habla de él: inteligente, poderoso y engañador. Su fuerza es mayor que la nuestra cuando nos encontramos sin protección. Sus planes son atractivos, seductores y astutos. El maestro de la manipulación, aun el creyente más maduro puede caer y resultar ineficaz bajo su ataque. Con frecuencia nos desviamos cuando nos convence que lo que hacemos son “maldades pequeñitas”. Decimos una mentirita blanca para salvarnos cuando él nos susurra al oído, “no tienes por qué soportar la vergüenza.” Caemos un poco en el egoísmo cuando nos dice, “Te lo mereces, te lo has ganado”. Navegamos en el Internet en lugares que no debemos cuando nos tienta diciendo, “nadie lo sabrá”. Dirás un chiste de mal gusto cuando te dice, “esto hará que la gente se divierta y tú les caerás bien”. El curso de una vida poderosa podrá interrumpirse sin un cambio drástico de dirección. Lo único que se requiere es un espacio pequeñito y nunca se llegará al destino planeado.
Aunque tú y yo estamos en territorio enemigo, no quiere decir que estamos en el equipo perdedor. Dios conoce al diablo y cómo opera. Dios nos ha equipado con la armadura necesaria para enfrentarnos fuertemente al enemigo. Una de las hermosas cualidades del amor de Dios es nuestro don que nos permite escoger nuestra forma de vida.
Por eso es que Pablo nos anima para vestirnos de toda la armadura. Él sabía que a veces el orgullo entra en el corazón del creyente – esto me ha sucedido, me avergüenza admitirlo – y corremos rápidamente a la batalla sin la protección necesaria. Cuando esto sucede, el desastre no es sola una posibilidad sino una certeza! Dios quiere que estés completamente protegido. Así que recuerda hoy, que:
· La verdad de Dios revela las mentiras del diablo.
· La justicia de Dios produce un gozo que la inmoralidad nunca podrá.
· Las buenas nuevas de Dios evitan que nos quedemos estancados.
· Nuestra fe nos protege de los ataques directos del diablo.
· La salvación de Dios hace que las promesas del diablo sean vacías y débiles.
· Nuestra oración nos mantiene conectados con Dios para dirección y fortaleza.

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