martes, 11 de agosto de 2009

DEVOCIONAL Dia 37

“Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
Lucas 12:34 (RV)


¿Alguna vez has explorado el vínculo que hay entre lo que dices que amas y la inversión que haces para probarlo? Cuando fui padre, un hombre de Dios mayor que yo me recordó la manera en que los niños deletrean el amor: T...I...E..M...P...O. “En la mente de un niño”, me dijo, “existe una conexión entre alguien que dice que los ama y alguien invirtiendo en ellos”.

Jesús enseñó lo mismo. Hay un vínculo entre lo que invertimos y lo que realmente amamos.

Déjame hacerte una pregunta, alguna vez has dicho, “amo la natación” o “amo la equitación” o “amo viajar”? Aun así, al chequear tu calendario y tu chequera no has invertido en esas áreas por años. Obviamente, no amamos algo profundamente a no ser que haya una inversión correspondiente. ¿Por qué? Porque tu corazón (tu vida y amor) y tu tesoro (inversiones) estarán unidos entre sí.

Cuando Kim y yo salíamos en la escuela secundaria, mis finanzas eran muy limitadas, pero yo amaba a Kim. ¿Qué crees? Reunía todo el dinero que podía para invitarla a salir o para comprarle algo bonito; para demostrarle que la amaba. ¿Por qué? Porque el corazón (la vida y el amor) y el tesoro (inversiones) siempre van a estar muy cerca el uno del otro.
Aquí hay un punto para considerar: ¿Podría alguien evaluar las inversiones de tu tiempo, tu dinero y habilidades y concluir que el Señor y su causa están cerca de tu corazón? Si invertimos en el reino, nuestro corazón se acercará más al Señor. ¿Por qué? Porque tu corazón (tu vida y amor) y tu tesoro (inversiones) siempre van a estar muy cerca el uno del otro.

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